Mi vida siempre giró alrededor de los animales y la naturaleza. Tímida y retraída con la gente, me vi favorecida para acercarme más a ellos y desde muy pequeña recibí sus aprendizajes sobre moral, compañerismo, respeto, igualdad y amor.

Hubo un perro que marco la diferencia, un cachorro de ratonero. Se convirtió en uno más y su relación con nosotros fue de igualdad.  Me considero una privilegiada por haber podido vivir esa experiencia. Crecí deseando dedicarles mi vida profesional, primero siendo veterinaria luego en convertirme en adiestradora profesional.

Antes de crear mi método probé el adiestramiento convencional, convencida de que era lo mejor para ayudar a los perros. Intenté aplicar todas las técnicas que me enseñaron que no implicarán dolor o abusos.

Todo aquello que no cuadraba con mi forma de sentir la convivencia y volví a mis orígenes. ¡No te imaginas el alivio tan grande que supuso para mí dejar aquello y volver a reconocer la mirada amiga en quien tenía enfrente!

Cada paso en la dirección correcta nos acercaba más, y cada día me reconcilio con la naturaleza, con mis amigos y conmigo misma.